Menos plurinominales, más acuerdos[i]

 

 

Hace apenas unos días el Presidente Nacional del PRI, César Camacho Quiroz, hizo un anuncio que explotó como una bomba: su partido buscará reducir el número de espacios en el Congreso de la Unión, en específico aquellos obtenidos por la vía plurinominal, es decir, los que no son votados directamente por los ciudadanos en las urnas. Menciono que explotó como una bomba porque ha habido comentarios a favor y en contra de la iniciativa. Aquí un esfuerzo por resumir y entender.

 

Primero que nada, los espacios plurinominales son aquellos que la autoridad electoral le asigna a cada fuerza política conforme a los resultados obtenidos en las urnas. Se otorgan proporcionalmente al número de votos totales con objeto de equilibrar la composición de las Cámaras legislativas. Es responsabilidad de cada partido político proponer y escoger en qué orden le asignaría cada curul a sus propuestas de representantes. En principio suena a un mecanismo para equilibrar a las fuerzas de representación, pues aquellas que obtengan la mayoría de las simpatías y votos en las casillas tendrían menos espacios plurinominales que quienes no pudieron convencer a la ciudadanía en las urnas. Lo uno se compensa a través de lo otro. Esto fue creado en la década de las ochentas y reforzado en los noventas para tratar de frenar al todopoderoso PRI.

 

En todo el país existen 300 distritos electorales federales, es decir, cada tres años hay elecciones en 300 demarcaciones territoriales. Derivado de los resultados globales es que se distribuyen los 200 escaños plurinominales y con ellos las jugosas prerrogativas a que la ley les da derecho. Ahí empieza toda la discusión real, la que en el fondo interesa.

 

¿A quiénes les asignan esos espacios plurinominales? La respuesta a esta pregunta ayudará también a diferenciar realmente a quién afecta y a quién beneficia la propuesta. En primer término, las listas que los partidos políticos entregan al órgano electoral van plagadas de cuadros políticos con muchos años de experiencia, que probablemente han ocupado un sinnúmero de puestos de elección popular, que por su edad avanzada no tengan tantas fuerzas de ir a hacer campaña a sus respectivos distritos pero que sin su presencia no se podría hacer política; de compromisos políticos que en el ámbito federal o local no pudieron obtener el espacio que ellos mismos deseaban y les ofrecieron resarcir de esta manera “el daño o el acuerdo”; de personajes obscuros que nunca ganarían la confianza ciudadana en las urnas, principalmente líderes sindicales de todos los gremios; de jóvenes hijos o hijas de políticos de peso; y de ciudadanos capaces de entablar debates de muy alto nivel nacional e internacional que les hacen el favor a los partidos políticos de usar sus nombres para vestir a determinado grupo legislativo por mencionar algunas características. Entonces, la conclusión general podría ser que esta propuesta emanada del PRI afectaría por igual a todos los partidos. Al final de cuentas es un juego de suma cero, sólo que el pastel ahora sería más chico (100 diputados y 32 senadores menos), así que la proporción de espacios sería la misma prácticamente.

 

Un detalle especial a mencionar es que, como se introdujo con anterioridad, dado que los espacios plurinominales sirven entre otras cosas para equilibrar la balanza de la representación nacional, quienes sufrirían más las consecuencias de esta propuesta son los partidos pequeños, los poco competitivos y los que usan la figura de las coaliciones para sobrevivir. En particular, el Movimiento Ciudadano, el del Trabajo, el PANAL y los recién creados, Encuentro Social, Humanista y al MORENA tendrían muchas menos oportunidades de tener su propio grupo parlamentario en el Congreso de la Unión (figura adicional que les da todavía más prerrogativas a los políticos). En otras palabras, dado que es menos probable que estos partidos ganen en las urnas, su esperanza es la repartición de curules por la vía plurinominal, pero, si ahora hay menos pastel, pues aunque les toque la misma proporción tendrán menos representantes en números absolutos. ¡Auch, les pegan en los bolsillos!

 

El PRI, el PAN, el PRD y hasta cierto punto el Verde tienen mayor representación a nivel nacional que todos los demás. La nueva condición no los excluye de tener también menos legisladores, aunque sin duda ellos sí lograrían llegar a conformar sus grupos parlamentarios.

 

La propuesta del PRI es atrevida y es bien vista por la mayoría de los ciudadanos. No hace falta hacer una consulta para saber los resultados y he ahí una gran pregunta. ¿Por qué, si saben que no hace falta preguntarle esto a los mexicanos, la han invocado? Mi respuesta contundente es: por estrategia. Estrategia política, electoral, financiera y prácticamente de guerra a los otros partidos. Un dato que no se puede escapar es que esto no es una ocurrencia de último minuto, se planteó desde hace casi cinco años, primero por el ex Presidente Calderón y en la campaña del actual Presidente Peña Nieto. Así que en parte el argumento del PAN y el PRD de que “se quiere denostar sus consultas inventando una nueva consulta” prácticamente se viene abajo.

 

Lo que me parece lamentable es que una herramienta nunca usada hasta la fecha, la consulta pública a los ciudadanos y su nueva Ley Federal, pueda retorcerse tanto que al final resulte un chiste simplón. Ojalá le den seriedad al asunto y motiven a los ciudadanos a participar de verdad en las decisiones más importantes del país.

 

Una vez terminado el proceso legislativo – reformador viene la guerra electoral y ahí, como en el amor, todo se vale.

 

 

 

Sugerencias y comentarios

robsaca@hotmail.com

@_carlosrobles

 

[i] Autor Carlos Robles Saldaña. El autor cuenta con estudios de Licenciatura en Economía por la Universidad de las Américas en Puebla así como de Maestría en Administración por el ITESM. Se ha desempeñado en el sector internacional, privado y público.

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