¿Qué se necesita para ser Diputad@ Federal?[i]

 

El título de esta entrega es el detonante del debate y sobretodo de la reflexión que se pretende alcanzar. De inmediato abundo, ¿cree usted que los requisitos actuales sean suficientes para garantizar no tan sólo la adecuada representación popular, sino también lo necesario para que nuestros representantes participen óptima y activamente en los grandes debates a nivel nacional?, es decir, ¿tienen los (las) diputados (as) –en general– el nivel académico, político y social que se requiere para tan importante encomienda? De entrada respondo que me quedan mis dudas.

 

Según el artículo 55 de la Constitución Política de México, para ser diputado federal se requiere: ser ciudadano mexicano por nacimiento, de 21 años de edad mínimo, originario o vecino del Estado al que se desea representar, no ser militar o similar en activo, no tener un cargo público de primer nivel (a menos que se separe tres años o 90 días previo a la elección según sea el caso) y no ser Ministro de algún culto religioso. Estas personas son propuestas por los diferentes partidos políticos que cuentan con representación nacional y pueden ser electos por el voto directo o la representación proporcional.

 

Es de notar que ninguno de los requisitos anteriormente mencionados tiene algo que ver con el grado de educación de los (las) representantes. Se asume que saben leer y escribir, se presume que son personas preparadas académicamente, se interpreta que tienen experiencia suficiente para el encargo, se pretende sean personas honorables, de éxito y que tienen capacidad de diálogo, de negociación o de debate. Todo queda ahí simplemente, en buenos deseos. La ley no estipula con claridad requisitos como: último grado académico obtenido, años de experiencia en puestos anteriores, un tabulador de indicadores del desempeño laboral, número de auditorías aprobadas en sus cargos públicos previos, número de observaciones no solventadas ante los órganos de fiscalización en cargos públicos anteriores, antecedentes penales, cartas de recomendación, siquiera su reseña curricular.

 

Lo anterior da una enorme flexibilidad para que los partidos políticos jueguen con amplitud a obtener su beneficio particular. Dados los requisitos de ley, los partidos políticos pueden elegir mandar a campaña –o a la lista de los plurinominales– a un cuadro ciudadano, honorable, respetado, altruista, destacado en la sociedad o en la academia, con excelentes referencias por todos lados o, a un cuadro político preparado, con personalidad para el debate, con oficio o, al hijo de algún político, a un líder sindical, a un empresario “destacado”, a un periodista “connotado” o, prácticamente a quien se le pegue la gana al mandatario en turno o al líder del instituto político particular. ¿De qué depende mandar a un buen cuadro, a uno regular o a uno malo a una contienda electoral? Pues de muchas cosas, pero destaco cuatro en lo particular: de la coyuntura política, de los acuerdos, del hambre de triunfo o simplemente de la estrategia.

 

Le recuerdo que a finales del año 2013, el Congreso de la Unión aprobó una reforma política que modifica el tiempo que un legislador puede estar en el cargo. Los Diputados ahora se podrán reelegir hasta tres ocasiones consecutivas (un total de 12 años máximo) y los Senadores un periodo más (12 años máximo también). Sin lugar a dudas, un ingrediente muy especial al momento de elegir, premiar o castigar a quienes nos representan.

 

 

Me parece lamentable que algunos, por no decir muchos, de nuestros representantes actúen de manera irresponsable al momento del análisis, el debate y sobre todo las votaciones de las leyes fundamentales para el desempeño del país. Dado que no es requisito necesario indispensable algún grado mínimo de estudios, muchos de los legisladores no leen con detalle las propuestas que otros compañeros impulsan, no piden explicaciones, no hacen su tarea, es más ni asisten a las sesiones del Congreso y, simplemente se dejan llevar por la corriente que su líder parlamentario o el mandatario en turno les dicta. El peso que una determinada bancada parlamentaria tiene en alguna legislatura en particular, también es un factor determinante en la aprobación o rechazo de ciertos ordenamientos, el famoso mayoriteo.

 

En fin, para ser Diputado Federal los requisitos de ley no son tan complicados, lo complicado es tener a la mano la coyuntura, la oportunidad y por supuesto, el respaldo de los votantes para el encargo. Me parece que, aprovechando la euforia de legislitis que tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores se ha dado en los últimos periodos de sesiones, nuestros representantes deberían revisar el articulado que marca los requisitos y criterios para ser Diputado o Senador, deberían profesionalizarse al menos los espacios que se definen por la vía del voto directo y si sienten que lastiman muchos los propios intereses, podrían quedar intactos los espacios de la representación proporcional. Ello sin contar que cada partido político suba sus estándares de precandidatos y candidatos a un determinado puesto de elección popular, lo anterior daría como resultado mayores niveles de certeza al electorado para considerar que su representante estaría preparado y a la altura de la misión para cual fuese elegido.

 

 

 



[i] Autor Carlos Robles Saldaña. El autor cuenta con estudios de Licenciatura en Economía por la Universidad de las Américas en Puebla así como de Maestría en Administración por el ITESM. Se ha desempeñado en el sector internacional, privado y público.

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