¿Conocen la leyenda de la mujer blanca de Medellín de Bravo?
La leyenda de la Dama Blanca tuvo por escenario la cercana la cercana Villa de Medellín, que dista solo unos cuantos kilómetros de Veracruz y que fundara el conquistador don Hernando Cortes.
Cuentan que vivía en aquel entonces en la Villa, una hermosa joven, hija de un acaudalado ranchero, que siguiendo las costumbres de la época, la comprometió en matrimonio con otro vecino del lugar, viejo amigo suyo y muy rico; mas ella estaba enamorada de un muchacho veracruzano a quien había correspondido en secreto, manteniendo relaciones amorosas a ocultas de su padre.
Habiéndose fijado la fecha para la boda concertada y viéndolo inevitable, decidieron los enamorados huir juntos en la víspera de la celebración del matrimonio.
La noche en que había de efectuarse la fuga, salió el galán de la Nueva Veracruz, dirigiéndose a caballo rumbo a Medellín, al llegar al Tejar ya tarde, no encontró ningún medio para poder cruzar el rio de Xamapa, que a la sazón estaba muy crecido. Desesperado por aquella contingencia, recorrió la orilla del río, buscando inútilmente un medio para cruzarlo y viendo lo imposible de realizar su intento, se dio a maldecir en voz alta, hasta llegar a decir que gustoso daría su alma al Diablo si le proporcionaba en ese instante un “cayuco” con todo y su cabalgadura, empezaron la travesía. Cuando habían llegado al centro del río y se encontraban en lo más fuerte de la corriente, el barquero pértiga y la nave empezó girar haciéndola zozobrar.
Cayeron al agua los dos hombres y la cabalgadura, sin que volvieran a salir a la superficie…
A la mañana siguiente, las campanas de la Iglesia de Medellín tocaban alegremente, anunciando la boda y minutos más tarde salían los novios del templo.
Al pasar frente a la plaza del pueblo, vieron a un grupo de personas que rodeaban el cuerpo de un lagarto acabado de pescar en el río, enterándose por los curiosos que presenciaban el espectáculo, que en su interior habían sido encontrados los restos de un hombre que no llevaba otro medio de identificación que un anillo de plata con un zafiro, mismo que mostraron a los novios, que eran la hija del rico ranchero y aquel viejo amigo de su padre.
Cuando los ojos de la recién casada se posaron en la prenda, dio un grito de angustia y horror al reconocer el anillo que siempre llevaba puesto su novio, a quien inútilmente había esperado toda la noche anterior.
A resultas de la impresión recibida, la joven perdió el juicio, muriendo meses más tarde sin recóbralo.
Dicen los rancheros de la comarca que desde la fecha en que ella murió aquella joven y por la noches, suele verse la forma de una muer vestida de blanco, que recorre los campos y las riberas del río de Xamapa, lanzando lastimeros gritos que llenan de pavor los corazones más esforzados, y agregan que se trata de pavor los corazones más esforzados, y agregan que se trata del alma en pena de la amante muchacha, que busca incansable a su galán que entregó el alma al diablo.
Con algunas variantes, esta vieja leyenda veracruzana sirvió de tema a unos versos alejandrinos que legó a la posterioridad el poeta veracruzano don Manuel Díaz Mirón, padre del príncipe de las letras hispano-americanas, don Salvador Díaz Mirón.
González, Juan José, Trece leyendas e historias de la ciudad de Veracruz.
Tomado de la pagina Trotacalles