MAS VALE BUENA MUERTE…QUE MALA VIDA

Por Paola Torroella.

Así versa uno de nuestros refranes mexicanos y decía mi abuelita “por algo será”.

Nuestro estilo de vida, nuestra esencia es tan “dicharachera” y “relajada” que hasta la muerte para nosotros tiene su diversión, no hay miedo, es fiesta y hasta la catrina baila al son de los mariachis… aquí en Veracruz,  al ritmo de la marimba.

Los orígenes de esta celebración son anteriores a la conquista y pertenecen a un mínimo de tres mil años atrás.  En las etnias mexicas y mayas, los rituales para preservar en esta tierra a los muertos ya estaban establecidos, era común conservar los cráneos como trofeos, mostrarlos, adorarlos o postrarlos en algún sitio específico para honrarlos ya que se creía en la muerte tan fervientemente como en el renacimiento.

El festival que se convirtió en el DÍA DE MUERTOS  se conmemoraba el noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y se celebraba durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la «Dama de la Muerte» (actualmente relacionada con «la Catrina«, personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a los niños ausentes y las vidas de parientes fallecidos.

En la actualidad la celebración se lleva a cabo en dos días: el 1 de noviembre es dedicado al alma de los pequeños, santos inocentes y el 2 de noviembre a la de los adultos.

La vida y la muerte son símbolos emblemáticos que causan admiración e incertidumbre, pero en México se percibe a la muerte de un modo muy peculiar, utilizamos la sátira para burlarnos de ella o incluso para verla como “nuestra amiga”, con ella convivimos día con día y esperamos que cuando llegue por nosotros la “huesuda” se porte bien y nos lleve rápido. Este tipo de acciones y tradiciones nos dan identidad como nación, aún cuando no son exclusivas de nuestro país y en varios países católicos se celebra “Todos Santos” o en Estados Unidos se tiene “Halloween”, parte importante de lo que nos distingue es cómo celebramos a nuestros muertos y en estos días los complacemos con los gustos que tenían en tierra cuando vivían, por medio de las ofrendas. La creencia popular es que las almas de los seres queridos que se nos fueron regresan de ultratumba durante estos días. Por tal motivo, se les recibe con una ofrenda donde se coloca su comida y bebida favorita, fruta, calaveritas de dulce y, si fuese el caso, juguetes para los niños. No faltan las fotografías de los difuntos y las coloridas flores de cempasúchil.

La muerte se vuelve festejo y convivencia, risa, recuerdos, comida va y viene tanto para vivos como para muertos, la alegría desborda en trago tras trago de mezcal recordando a los que “ya pasaron a mejor vida”, nuevamente se nos tiñen los ojos de lluvia por saber que algún día regresaremos a nuestros orígenes pero que mientras estemos en la tierra el único compromiso es disfrutar y celebrar como lo hace cualquier buen mexicano…Con una rica comida, familia y amigos a la mano y con el corazón abierto.

Mi recomendación: Vive…Aprende a vivir, para que cuando la muerte te alcance no extrañes nada.

 

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