Espero que mis narraciones no hayan ofendido sus beatísimos ojos

El arte jamás ha de intentar ser popular. El público es el que ha de intentar ser artista”. Oscar Wilde.

El 29 de marzo tuve el tiempo de asistir al cine, a un maratón suicida de cuatro películas. Entré a las once de la mañana, y salí a las once de la noche. En orden cronológico, éstas fueron: King Kong, La bella y la bestia, Life y Logan. Y las reseñaré en el orden de mi particular predilección:

Logan es una obra maestra. Excelente película, que explica su trama por sí sola, y apenas se requiere una revisión superficial para entender algunos puntos que plantea. Refleja a la perfección cuestiones de tal importancia como la vejez, la muerte, el cambio generacional, pero también la esperanza, la construcción de un mundo nuevo. La fotografía es excelente, y México tiene un rol importante en la trama. Interesante, profundamente. Me causó mucha gracia que una parte importante de los delincuentes sean mexicanos y de poca monta. No me pasó de largo, pero tampoco me ofendió, porque las dos heroínas de la película eran de nuestro país.

La siguiente fue… ¡La bella y la bestia! A pesar de mi animadversión hacia los musicales, es una película de una factura fantástica. La protagonista, Bella, es poco menos que Hipatia de Alejandría: una feminista intelectual que inventó la lavadora y enseñó a una niña a leer, para escándala de su pueblo de gente buena, pero vulgar y mojigata. En una escena, el padre de Bella va a otro pueblo a vender sus mercancías, y ella le pide una rosa, como cada ocasión. Y como es musical, empieza a cantar “Me hace falta una flor, una flor, una flor/ necesito una flor, una flor, una flor”… Ella, utiliza punzantes argumentos feministas para salvar todas las ocasiones, y además, es una mujer casi liberada del patriarcado.

En otras escena, la jotita que le carga el neceser a Gastón, la Lefou [que por cierto, me sentí bastante identificado], le canta que “nadie escupe tan lejos como Gastón”. Ay, mi ciela, ¿pero qué necesidad de andar contando intimidades?

En fin, hubo escenas de travestismo, y medio segundo de dos hombres bailando. Es una película con mucha homosexualidad explícita en cada escena, apta solamente para adultos de amplio criterio, como dice Villalobos. Te piden la credencial de elector a la entrada, para poder ver la película. (La verdad, al cine al que fui ni siquiera estaba el guardia de la instalación, y me metí a la sala porque ya iba tarde).

Después, Life… Me vomito en Ryan Reinolds, y vi la película exclusivamente por Jake Gyllenhaal (a quien acabo de ver en Animales Nocturnos). Pues bien, me pareció una película de extraterrestres muy genérica, que además amenaza con tener segunda parte… El final no me pareció particularmente sorprendente, pero es como la vida misma. Si algo puede salir mal, definitivamente saldrá mal. Muy recomendada para trans-aliens-asexuales.

Finalmente, pero no por ello menos importante: les voy a hablar del chango. Sí, mis vidas, yo hablándoles del chango porque la vida es irónica a veces. No sé cuántos problemas me traerá hablarles de King Kong, pero no me importa. Todo sea por mi público de pasitas liosas y bugas descarriados.

Para abrir boca, la cinta es una porquería, y como fui a las once de la mañana a verla, nuevamente me quedé solo en la sala, ¡MANAS! Pero tiene mucho humor involuntario. Estuve a las carcajadas todo el rato.

Empieza con unos sobrevivientes de un avionazo, pero imagínense que se les aparezca el chango de repente y los destruya… ¿Se imaginan? Tengo amigos heterosexuales a los cuales el mono los deja destruidos. Luego, resulta que en los créditos estaba nadie menos que Thomas Mann. Mi primera pregunta fue… ¿sigue vivo? ¿Qué no escribió “La montaña mágica”? ¿Él dejó escrito este bodrio? Posteriormente investigué y no, es un actor que sí le doy el sí… Luego, presentan un Bangkok precioso (Bangkok, mis cielas, no gangbang, esa es otra cosa) y reúnen a un mercenario que bueno… un estratega militar que despertaría la envidia de Eisenhower.

Nos muestran el harto chacalismo en el ejército de los Estados Unidos. En los barcos, sin camisa, con los torsos empapados de sudor. Despertando el deseo de las pasitas que tienen el pozo bien seco… No sé en qué punto, el barquito llega a Zerus (el planeta de los Zergs primigenios, de la saga Starcraft), donde bestias e insectos primitivos gigantes se devoran entre ellos, y cuya criatura más poderosa es un mono gigante y muy peludo.

En la isla, existe un pueblo originario que adoraba al mono. Como la mayoría de los heterosexuales que conozco. Mis comadres pasitas adoran a un dios que tiene un solo ojo, pero ese es de un panteón muy de ambiente. El mostro más grande es una mezcla entre una lagartija, y el Jörmundgander, la serpiente que rodea el mundo en la mitología nórdica. Y es una metáfora preciosa de la guerra de los sexos, donde el chango y la serpiente pelean, y el mono siempre gana.

Ya para el final, los mostros se comen al científico latino que nadie quiere (qué extraña coincidencia) y finalmente, hay una escena lésbica en la cual el chango se encariña con la mujer de la expedición. De este modo, la muchacha aparece acariciando al mono. ¡QUESCÁNDALA! Eso a las once de la mañana está muy fuerte. Y lo peor viene al final…

En la batalla final, el mono y la lagartija pelean, y ésta última queda volteada como calcetín… Ni les tengo que explicar la referencia, espero…

Eso ha sido todo por esta semana. Espero que mis narraciones no hayan ofendido sus beatísimos ojos. Y espero seguir teniendo columna para la próxima semana. Ha sido un placer, y cualquier comentario que tengan, mis ojos están atentos. ¡Hasta pronto!

 

@HijodeSuburbia

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