Se trata de los héroes desconocidos de Minatitlán, de los que se dedican a la Protección Civil, a salvar vidas, porque ese es su trabajo y  lo hacen con verdadera vocación. Sin embargo casi nadie los reconoce,  a pesar que su labor es necesaria en casos de emergencia. Y quien les llame pidiendo auxilio, ellos acuden apasionadamente a rescatar a la ciudadanía. Se les ha visto en el rescate de personas atrapadas dentro vehículos accidentados, en viviendas incendiadas o derrumbadas por la lluvia; en inundaciones de la zona rural, sacando serpientes venenosas de los hogares, ayudando al de pie atorado en las rejas de una coladera; incluso atrapan cocodrilos en carreteras y colonias aledañas a los pantanos.

 

Entonces buscando la nota del día, es cómo surgió esta crónica: Manuel el brigadista, venía conduciendo el enorme camión de bomberos de Protección Civil (PC) con Lucas de copiloto, su destino era la colonia obrera.

 

Ellos fueron alertados a las 08:00 horas, para auxiliar a una familia que se encontraba en riesgo, porque el viento que sopló fuerte este domingo,  mecía las ramas de un árbol,  que incluso amenazaban  con caer sobre el techo de lámina de una humilde vivienda.

 

Manuel Rodríguez Sánchez, lleva muy buena relación con la prensa, porque el quehacer periodístico y las labores de rescate se relacionan entre sí, “nos vemos en todos lados, en cualquier accidente” dice Manuel todo el tiempo, Y como la noticia hoy fue  escasa.

 

Entonces se buscó cubrir la fuente de PC, por si algo más podía ocurrir con las rachas de viento que azotaron este domingo. Se reportó saldo blanco hasta el mediodía.

 

“Ahorita estamos movidos con los incendios de pastizales” dijo Manuel el bombero. Por otro lado, Lucas González,  se movía “como Chango” -según la apreciación de  Manuel- haciendo equilibrios en la punta de un viejo árbol de frutas de Mamey.

 

Traía puesto el uniforme de bomberos, se subió al árbol sin usar escaleras, a valor mexicano, solo apoyado con unos mecates, y un cinturón de vida puesto al cinto, con un hacha en las manos, y un machete. Antes con un lazo amarillo colgó del árbol una  moto sierra para subirla poco a poco.

 

Lucas es de complexión delgada, de 29 años de edad, y trabaja turnos de 24 x 24, aunque como el dinero es escaso, en sus ratos libres, se dedica a vender tortillas en la comunidad rural donde habita, allá en el ejido el Jagüey.

 

Entre bromas y risas dijo Manuel, que él es experto en árboles “llevo quince años en PC, y en 2005 tiramos 40 árboles en una sola noche, había pasado el huracán Stan y terminamos cansados a pesar que el Ejercito Mexicano nos apoyó”, reconoció que su maestro fue aquel muchacho “que se trepaba conmigo a los árboles” Joel Iván Montejo Hernández, quien en la actualidad es el jefe Vulcano, su jefe.

 

“El año pasado tiramos un Pino de Araucaria de 27 metros de altura, y 40 años de viejo, en casa de unos maestros, sobre avenida Heroico Colegio Militar, en la colonia de los maestros”.

 

Incluso con mucho orgullo recordó que también participó en la tirada del árbol de hule  de la ETI 8, “era un monstruo de cinco brazos enormes y creo que ahí construyeron un domo”. Nervioso y con un tallón de manos que se pasó en la nuca, Manuel descubrió, que ya no se trataba de una charla coloquial, que se había dado un giro a la entrevista, y a raja tabla aclaró, subrayando cada palabra, “pero no solamente tiramos arboles”.

 

Su orgullo había sido golpeado.  Quizá porque, Manuel, está acostumbrado a salir retratado en los periódicos, en las fotografías de la nota roja, y no es porque él quiera, sino por su labor de rescatar a chicos y grandes.

 

Se le a fotografiado    en accidentes vehículares devastadores; es más,  se le ha visto rompiendo puertas de vehículos accidentados, utilizando la quijada de vida sacando personas atrapadas,  entrando a casas incendiadas con el chorro de agua por delante, así como apagando incendios de pastizales, cargando a niños y mujeres entre el agua,  para sacarlos de las inundaciones.

-Manuel ¿alguna vez te has puesto triste por tu labor de rescatar personas? Tragó saliva y sin preámbulos respondió.

– Una vez rescatamos de un incendio a un niño con síndrome de Down. Bueno tenía 18 años, pero para mí era un niño; sus padres lo dejaron encerrado y se quemó la casa, como pudimos lo rescatamos; el origen del incendio fue una conexión múltiple, lo sacamos todavía con vida,  pero los vapores ya lo habían quemado por dentro y estaba sufriendo mucho en el hospital; fue ahí que el equipo de bomberos, cuando estábamos comiendo con la cabeza baja, que decidimos hacer una oración para pedir a Dios que mejor se lo llevara, ese día lloré.

– ¿Y el momento más grato en tu trabajo como bombero?

-Aquel día que llegamos a apoyar a los bomberos de  Acayucan,  para sofocar un incendio de una planta  y toda la población  nos recibió con porras y aplausos; ya había dos trabajadores muertos y teníamos que rescatar a otros; nos levantaron el ego y le tuvimos que entrar con más ganas  sin medir el peligro, salvamos muchas vidas. Los bomberos regionales hicieron un gran trabajo ese día.

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