Mis pensamientos ante 3 películas, valoración estética

“Y sin embargo, la burguesía vive, es poderosa y prospera”. Hermann Hesse.

Hoy les traigo tres películas que he visto en las últimas semanas, y que no he tenido el tiempo para hacer la valoración estética de ellas.

La primera de ellas es Silencio (Silence)-que vi el miércoles de ceniza porque andaba muy piadoso-. Pues bien, es la historia de dos misioneros portugueses que van a Japón a buscar a su maestro, quien, se cree, ha apostatado. La película muestra la persecución que sufrieron los cristianos a manos de las autoridades japonesas, y las pruebas de fe a las que se ven sometidos.

En términos generales, la trama es buena, la fotografía es excelente, las actuaciones son buenas, pero ninguna es memorable, y aparentemente a Liam Neeson le pagaron por minuto para aparecer al final de la película. Estaba solo en la sala, y mi primera pregunta fue: ¿dónde está toda la piadosa gente del Frente Nacional de la Familia apoyando esta película tan… mediana? ¿O sacerdotes, monjas, monjes, etc.? Pues bien, un apóstata como yo viendo una película católica en miércoles de ceniza. Se me ocurren pocas cosas más poéticas que eso.

La segunda película que vi fue Fragmentado (Split) que estuvo mala. No la padecí, ni la disfruté. A James McAvoy no le creí nada, y me pareció una película genérica de las que pasaban en la televisión abierta a las 5 de la mañana. Un amigo me explicó la presencia de conocido actor, y el final de la película, pero verdaderamente no me llamó la atención. Además, al final todos se mueren menos la niña cazadora que -se sugiere en la trama- fue abusada por su tío. No es lo peor que he visto, pero tampoco la recomendaría.

La tercera película es Luz de Luna (Moonlight), que tiene anécdota. Llego a taquilla del cine, ya sobre el tiempo, y le pido a la señorita que atiende que me dé un boleto para “Moonlight”. Y no me entendió. Que no manejen un inglés tan básico a estas alturas de la historia es escandaloso. Pero eso no es lo peor. Que me siento en un love-seat que tienen, y que me encuentro a una persona con quien tuve rencillas en el pasado… Estuvimos platicando un rato, en un sutil bufe de baja intensidad. ¡Temor y temblor! Me dice que verá la misma película que yo y me quise aventar por las escaleras. Al final de la película, salí por piernas.

Entrando en materia, la película es un melodrama de nervios que bien lo pudo haber producido Silvia Pinal. La historia se desarrolla en un barrio pesado en Miami. Ahí, el protagonista es un niño de los 90’s, aproximadamente, llamado Chiron. Su madre es una drogadicta y, en el fondo, detesta a su hijo porque se le nota mucho el problemita. El dealer de ella (un cubano llamado Juan, que explica el nombre de la película en uno de los diálogos) ve al niño como a un hijo, y el niño lo ve como un padre, y lo recibe con regularidad en su casa, donde vive con su esposa, que es la preciosísima Janelle Monáe (quien también estuvo en Hidden Figures). En algún punto de la historia, el dealer Juan muere, y Chiron es adolescente. Sigue sufriendo acoso escolar por su problemita, y su único amigo es Kevin, con quien, en última instancia, tiene su primer -y se presume, único- encuentro homosexual. En el tercer acto, ya de adulto y en sus 20’s, se convierte en dealer, como Juan, y desarrolla un cuerpazo que cuando lo vi sí pensé “¡Ñam!” (como dice mi sobrino al ver un esquite.

Se va a Atlanta por cuestiones de la vida, y recibe una llamada de su madre para que vaya a visitarla, y, con más peso aún, una llamada de Kevin, quien entre líneas le pide que vaya a visitarlo y le promete que le cocinará un platillo suculento. Pues resulta que le hace poco más que moros con cristianos. Y pensé: “si alguien me dice que me va a preparar un platillo que no olvidaré en mi vida y me sale con moros con cristianos, sí le miento la madre, por lo menos en mi interior”.

En conclusión, como valoración estética, tampoco me parece la gran película memorable. Es un dramón azotado en todo momento. Sólo me conmoví una vez como a la mitad de la película y de ahí se fue haciendo tediosa, por causa de su misma intensidad. No la padecí -como ManaLand- pero tampoco la disfruté.

Pues bien, mándenme sus consideraciones y platíquenme qué les parecieron las películas. ¡Saludos a todos y hasta la próxima!

 

@HijodeSuburbia

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