De política y fútbol[i]

 

Pareciera que la política y el fútbol tienen entre muy poco y nada que ver. Sin embargo, me permito adelantarle que ambos temas poseen fuertes factores en común y resulta muy interesante hacer un ejercicio de comparación entre sí. Les propongo despejar un poco la mente y hacer el intento.

 

El fútbol es un deporte, una profesión, una forma de vida, una oportunidad para permanecer saludable y con mente ágil, un negocio muy lucrativo y por supuesto un juego de conjunto. Por su parte la política es una profesión también, un medio para lograr objetivos que en común ayuden a la población, una forma de vida, no es muy saludable que digamos pero ejercita la mente eso sí, puede ser vista como un negocio –y en algunos casos uno muy lucrativo–, una actividad que funciona bien cuando se practica con compañeros pero mejor aún con contrapartes. Muy similares de entrada, ¿no le parece?

 

Básicamente el fútbol es una disciplina deportiva cuyo objetivo es que un equipo de once jugadores, utilizando un balón, ofendan permanentemente a otro similar con la finalidad de anotar la mayor cantidad de goles dentro de la portería rival, al mismo tiempo que defienden su propia portería. Quien haya anotado más goles al final del periodo de tiempo gana.

 

Lo que conlleva a un encuentro de fútbol está asociado con prácticamente todo lo que se pueda usted imaginar, desde grandes empresas de ropa y accesorios deportivos, hasta la intromisión de marcas diversas para el patrocinio de los clubes, la construcción de estadios impresionantes, el uso de tecnologías de punta, la infraestructura logística y operativa para atender y controlar a miles de personas en el mismo lugar, la comercialización de cualquier cantidad de souvenirs, la adquisición de asientos, venta de alimentos y bebidas, la activación de turismo nacional e internacional y por supuesto la concertación (acuerdos) con otros equipos para enfrentarse entre sí y ofrecer espectáculos deportivos a nivel local, nacional e internacional. Las ganancias son multimillonarias por todos lados. Rentable.

 

La política por su lado, es un arte que se encarga de alinear los intereses y objetivos sociales, electorales, culturales, civiles, judiciales o cualesquiera que se trate, con el fin de lograr algo en específico. Esto último puede ser la creación o modificación de una ley, una institución, una causa, apoyar a un personaje, luchar por los derechos de algo o de alguien o cualquier cosa que requiera un acuerdo o una decisión. Quien logre más acuerdos se lleva más reconocimientos.

 

Lo que implica hacer política también se ve afectado por un sinnúmero de aspectos como los intereses personales de alguien, la necesidad de consensar con otros grupos políticos –afines o contrarios–, la posibilidad de crear, difundir o rescatar algo, los aspectos económicos, religiosos, de salud, de educación, de pobreza, de marginación, de hartazgo social o de hambre. Tener cercanía con sus gobernados y tomar buenas decisiones es otro aspecto fundamental a la hora de hacer política. Ello conlleva reconocimiento público y recompensas a la hora de las elecciones. Por último, otorgar una concesión, ejecutar una licitación o asignar directamente la adquisición de bienes o servicios –previo acuerdo con alguien– resulta también muy rentable.

 

En fin, el juego limpio de conjunto hace que un equipo de fútbol controle el balón por toda la cancha, logre coordinación, anote goles, gane partidos y obtenga campeonatos.  La verdadera política invita a todos los interesados a sentarse en la misma mesa, a participar activamente, a generar acuerdos, a lograr cambios y a mejorar los niveles de vida de todos.

 

Qué ironía, tan diferentes pero a la vez tan parecidos.

 

Sugerencias y comentarios

robsaca@hotmail.com

@_carlosrobles

 

 

 

[i] Autor Carlos Robles Saldaña. El autor cuenta con estudios de Licenciatura en Economía por la Universidad de las Américas en Puebla así como de Maestría en Administración por el ITESM. Se ha desempeñado en el sector internacional, privado y público.

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