Gabinetes[i]

 

 

Tras un proceso electoral cualquiera, en cualquiera de los órdenes de gobierno, la legislación referente a la organización del poder ejecutivo implica la facultad para que el titular ordene, proponga, nombre, ratifique, cambie o cese a los funcionarios públicos que lo acompañan durante su periodo de gestión. Mucho se habla de qué perfiles deben tener las personas elegidas para desempeñar tal o cual encargo, pues sus atribuciones son tan distintas entre sí (desde la protección civil, pasando por la seguridad pública y hasta el medio ambiente, entre otras), pero poco se ha legislado en materia de continuidad de los hombres y mujeres que realmente ejecutan y conocen a detalle cada uno de los temas en las dependencias públicas. Esta entrega pretende detonar una reflexión acerca de la continuidad, la especialización pero sobre todo la selección de las personas que van a acompañar a un gobernante en su difícil misión.

 

Una vez que cualquier candidato a puesto de elección popular de carácter ejecutiva (llámese Presidente de la República, Gobernador o Alcalde) tiene en sus manos la constancia de mayoría otorgada por la autoridad electoral, comienza una nueva y muy distinta batalla relacionada con el fortalecimiento de su grupo político, su equipo íntimo de trabajo, el cumplimiento de sus compromisos de pre campaña y campaña, los acuerdos, los recomendados y en sí la lucha intestina por un espacio en la administración pública. Con toda certeza, el gobernante electo mostró algunas de sus cartas durante la campaña para ganar adeptos, siendo visto de cerca con personajes conocidos entre la sociedad, quienes uno especularía formen parte de su gabinete, lo que da una posible idea de quiénes y por qué conformarían alguna administración. Sin embargo, una cosa clara en política es que lo que se ofrece en campaña no siempre es realidad en acciones de gobierno y viceversa, así que la premisa anterior indicaría que en política nada está escrito.

 

La selección de las mujeres y hombres que formarán parte del equipo de trabajo del mandatario cobra mucha más fuerza cada día y muchos aspectos influyen poderosamente durante ése proceso: comentarios del gremio empresarial, del gremio académico, de la sociedad civil, de los periodistas y de los mismos políticos. Todos buscando incidir en el proceso de acomodo próximo inmediato. Así que las cosas se le van complicando poco a poco a cada futuro gobernante pues, los espacios siempre son insuficientes para todos los que anhelan o creen merecer la nominación.

 

Pero vayamos más allá de lo mediático y preguntémonos, ¿qué factores realmente deberían trascender para que un futuro gobernante designe a los miembros de su gabinete? De primera instancia, el conocimiento del terreno, campo o materia en base su perfil académico o laboral previo, apuntaría a ser uno de los más poderosos aspectos a tomar en consideración. Posteriormente se podría pensar en aspectos como confianza entre nominado y titular del ejecutivo, la experiencia y resultados que ha tenido el actual encargado de despachar en determinada área (pensando en la ratificación), la experiencia que tiene algún personaje (juventud o madurez son aspectos clave en los tiempos recientes) y a partir de ahí los criterios abarcan líneas tan variadas como antecedentes negativos en su persona, filiación partidista, compromiso de campaña, recomendación o hasta preferencias sexuales. El tema relativo al género lo menciono a parte pues la legislación en esa materia ha sido una de las más avanzadas, aunque falta un largo trecho por recorrer pues se deja a decisión libre del titular del ejecutivo la integración del gabinete aunque, en la reforma política aprobada en diciembre de 2013 ya se habla de que el Senado avalará la ratificación de los miembros del gabinete presidencial (por algún lugar se empieza).

 

Si a los criterios anteriores le añadimos el ingrediente continuidad o proyecto de mediano y largo plazo, las cosas se ponen más interesantes aún. La nueva legislación en materia política abrió la alternativa para la reelección de Diputados Federales, Senadores, Diputados Locales y Presidentes Municipales (no se tocó el tema Presidente de la República ni Gobernadores pero ya deja entrever su inminente abordaje). Así que podría pensarse desde ahora en la verdadera construcción de proyectos de seis, ocho o hasta doce años, aspecto importantísimo ya que el tiempo es un factor limitante en todo el sentido de la palabra.

 

Pero regresemos al tema inicial y permítame decir que resulta lamentable que habiendo aspectos serios con posibilidades de tener indicadores numéricos de cada uno de ellos (cartas y credenciales curriculares, años de experiencia, número de auditorías aprobadas, cantidad de observaciones no solventadas ante los órganos de fiscalización, número de campañas ganadoras en su trayectoria, idiomas que habla el aspirante, resultados previos del programa operativo de trabajo en las dependencias, encuestas de aprobación por determinado personaje y otros más), con frecuencia los futuros gobernantes y peor aún ya siendo gobernantes, aludan a aspectos como amiguismos, compadrazgos y extorsiones para sostener o cambiar a determinados funcionarios.

 

Dicen por ahí que todo cambio es para bien, seguro estoy de eso. Lo que me preocupa es, por un lado la continuidad de determinado proyecto de política pública que el funcionario saliente haya dejado inconcluso o ya operando y que el (la) próximo (a) designado (a) desaire simple y sencillamente porque “no fue su idea” y por lo tanto no es buena idea; y por otro lado, que no tenga el perfil indicado para garantizar la adecuada ejecución o administración de los programas de gobierno. Ambos aspectos son focos color naranja y hasta rojos, pues la gobernabilidad se va mermando cuando se hacen cambios en un gabinete. Sin embargo, no debemos ser pesimistas del todo, pues seguramente el cambio se dio porque de plano las cosas no iban por el rumbo que el mandatario deseaba y un golpe de timón corrige la trayectoria del barco. Las leyes de servicio civil de carrera ayudan un poco a resolver éste entre dicho pues mantienen abierta la posibilidad de tener gente capacitada en ciertos niveles de la estructura gubernamental, aunque son limitadas ya que no tocan los puestos de alta jerarquía y con ello de decisión.

 

Por último hago especial énfasis en un aspecto trascendental en economía que se llama especialización. Mientras más habilidades tenga una persona digamos técnicas, operativas o administrativas, mejores son las probabilidades de que un determinado proyecto de gobierno obtenga buenos resultados. En la iniciativa privada se ocupan tanto de éste aspecto, que hay inclusive incubadoras de talentos, donde a temprana edad jóvenes de todo el mundo son acaparados por determinadas empresas, los capacitan permanentemente y los conservan entre sus filas durante muchos años con tal de que sus habilidades o capacidades sean propiedad de la empresa en cuestión. Poner a un operador de tráiler como contador senior en un determinado despacho, conlleva la alta probabilidad de que la empresa o directivo que propuso éste movimiento fracase. Con lo anterior pretendo hacer notar que vale la pena invertir tiempo, recursos financieros y materiales en la especialización de los actuales o futuros funcionarios de cualquier administración, su talento se podría utilizar para el beneficio de toda la sociedad.

 

Difícil tarea, insisto, la de un gobernante electo en lo que se refiere a la conformación de su gabinete, inicial o ya durante su gestión, pues ellos todos son corresponsables del mal o buen funcionamiento de un gobierno. En lo personal me inclino por aspectos que se puedan medir y calificar más que por aspectos de índole social y hasta afectivo personal. Demos voto de confianza a los cambios que nuestras autoridades hagan aunque, vigilémoslos y exijamos buenos resultados. Es nuestro derecho ciudadano.  

Sugerencias y comentarios
robsaca@hotmail.com
@_carlosrobles


[i] Autor Carlos Robles Saldaña. El autor cuenta con estudios de Licenciatura en Economía por la Universidad de las Américas en Puebla así como con estudios de Maestría en Administración por el ITESM. Se ha desempeñado en el sector internacional, privado y público.

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